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Docentes al borde del agotamiento...


La energía ni se crea ni se destruye,

sólo se transforma

Ya estamos en la recta final del curso y el cansancio se va apoderando de nuestras mentes y cuerpos. A ello se une que estamos en año de oposiciones en algunas comunidades, y los interinos tienen que compatibilizar sus clases, si es que trabajan, con el estudio y los nervios. ¡Cuesta arriba, señoras y señores!

A ello se une que los docentes estamos expuestos hoy a un altísimo riesgo de estrés, más que otras profesiones como los mineros, paracaidistas, pilotos de prueba o trapecistas. Estas profesiones son muy buenas metáforas de nuestro trabajo docente. A veces tenemos que excavar bien profundo para extraer el preciado metal que es el aprendizaje; otras, nos lanzamos al vacío cuando nos toca una asignatura que no es de nuestra especialidad, un curso nuevo o un destino diferente. Además, el día a día en clase es imprevisible, y cada alumno, cada clase, cada centro, es un circuito en el que siempre hay que estar entrenando y preparándose. Por último, mantener la atención de los alumnos a veces requiere de números de gran precisión y equilibrio para lograr el aplauso final y salir sanos y salvos...

Gerardo Castillo lo explica muy bien en su artículo El malestar de los profesores desbordados. A lo anterior se suman las sucesivas reformas legislativas y los consecuentes cambios conceptuales, metodológicos, la acumulación de tareas burocráticas y por supuesto las subidas de horas y ratios que acompañaron las medidas de recorte de los gobiernos... Así, el desgaste físico y psicológico es una seña de identidad de nuestra profesión docente.

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

No voy a entrar en el derrotismo y en la queja, pues creo que solo sirven para gastar más energía todavía, y la poca que nos queda tenemos que reservarla bien para incrementarla. Así que voy a cambiar de pregunta:

¿Qué voy a hacer yo para afrontar esto?

Creo que siempre es mejor buscar soluciones que lamentarse por los problemas, así que voy a contarte

cómo manejo de la mejor manera mi energía

Mi historia personal

"Lo que no te mata, te hace más fuerte"

Friedrich Nietzsche

Como ya conté en artículos anteriores, este curso empecé en Malagón en septiembre, pero me llamaron para una vacante en Rota. Así que, después de un frenético inicio de curso evaluando en Albacete antes de ir al nuevo centro en Malagón, buscando piso y haciendo mudanzas por entregas, al renunciar a mi plaza en Castilla - La Mancha para irme a Andalucía, vuelta a empezar...

A todo ello se sumó una realidad que se suele dar y que creo que mantiene a nuestro colectivo en una lucha constante que nos impide unirnos como Fuenteovejuna para defender nuestros derechos: al interino recién llegado le caen todos los marrones. Así que me encontré con un horario al más puro estilo montaña rusa, empezando los lunes por la tarde hasta las 22, los martes más tranquilos con 4 horas, los terribles miércoles desde las 8.15 hasta las 19:30, con hora y media para comer, los jueves más tranquilos y por último los viernes con 4 horas, saliendo todas las mañanas a última hora. Lo peor no era eso, sino tener 10 grupos de alumnos (más de 200 alumnos y alumnas) y 7 asignaturas. ¿Cuántas horas a la semana necesitaría para preparar actividades, corregirlas, mejorarlas, adaptarlas a los indicadores, a las rúbricas, a las competencias...? Vale que mis asignaturas no son las denominadas "importantes", pero para mí sí que lo son, me las tomo muy en serio. Así que, me vi atrapado en una marea de trabajo que comenzó a asustarme... ¿Qué hacer?

A grandes problemas, grandes soluciones

Como es lógico lo primero que se te ocurre es quejarse, venirse abajo y desanimarse... Pero no me dejé llevar. La felicidad y alegría por venirme al sur y además estar en Cádiz, pudieron más que todo eso y me pude a pensar en estrategias para manejar la situación y sacarle partido a ello.

Puedo resumir mi estrategia en 7 puntos

1. Simplificar al máximo el trabajo

En muchas asignaturas muchos contenidos se repiten en diferentes cursos y materias. Así que, seleccioné los contenidos más relevantes y las mejores y más eficaces actividades y los apliqué en casi todas las materias.

2. Enseñar en una misma semana versiones de contenidos similares.

En las asignaturas del departamento de Filosofía tenemos una gran ventaja. Los contenidos se repiten en diferentes cursos y materias. Así que, decidí dedicar cada semana a un contenido, con lo que solo tenía que prepararme una o dos clases, y luego versionarlas y mejorarlas con la práctica. Por ejemplo, comencé con educación emocional, y lo trabajamos en todas las clases, salvo en el bachillerato nocturno.

3. Reducir las tareas ineficaces y tediosas

Muchas veces para conseguir un objetivo pasamos por muchos pasos innecesarios, y esto se puede evitar tomando conciencia y poniendo en práctica el principio de la simplicidad. Si tengo que hacerme la comida antes de ir a clase los lunes, la voy preparando mientras hago otra cosa, aprovechando los descansos para vigilarla o ir adelantándola. Aprendí mucho de una entrevista al profesor universitario y político Pablo Echenique. Al estar en silla de ruedas, aprendió un método para hacer muchísimas cosas al día, a pesar de que tarda mucho más en hacerlas. La clave es no hacer sino lo estrictamente necesario. Lo mismo hago yo preparando una clase o actividad.

4. Delegar y repartir el trabajo

Esta es una de las claves para optimizar el trabajo. Deja que trabajen ellos. Dedica solo el tiempo imprescindible para explicar, y propón a tus alumnos que sean los que busquen algunos contenidos, los expliquen y se evalúen entre ellos. Haciendo la clase participativa enseñas a ser autónomo y a que aprendan por ellos mismos. Además, aprovecho el tiempo de clase para corregir, evitando llevarme trabajo a casa.

5. Evalúa de manera diferente

Procuro evaluar todo lo que pueda en clase, y en vez de dejarlo todo a uno o dos exámenes, reparto estratégicamente las actividades durante el trimestre, y ofrezco la posibilidad de hacer entregas provisionales muchos antes del límite y así voy adelantando el trabajo a la vez que das al alumno la oportunidad de mejorar su trabajo, y sobre todo realizar otras formas de evaluar: un podcast explicando la ética epicúrea comparada con la aristotélica, una novela sobre el tema que quieran que incluye los contenidos estudiados en clase, una película que trata de los temas, etc. Además de motivarlos y darles la oportunidad de que hagan cosas que les apasionen, te garantizo que la corrección será fantástica. No sabes cómo me divierto corrigiendo los relatos, capítulos, cortos... Y por supuesto, al ofrecer la posibilidad de trabajo en grupo, ahorras mucho tiempo. A veces son los alumnos los que se evalúan entre ellos, con lo que ganas tiempo y les enseñas a ser responsables y críticos.

6. Lo más importante de todo: ¡diviértete enseñando!

Cuando te lo pasas bien haciendo una tarea, para mí es como si no fuera trabajo. Esto mismo lo puedes hacer planificando tu trabajo de modo que cuando lo hagas, te diviertas, y además, lo planees para que sea más divertido aún. El trabajo puede ser el mismo, pero la energía que pones es menor y te motiva para seguir haciéndolo y mejorar en el camino. Para ello, hay que aprender a ser conscientes y vivir en el momento presente, evitando el estrés o agobio de pensar en un futuro que todavía no existe o en un pasado que te bloquea pero tampoco existe ya. Esto es muy bueno para los opositores, pues pensar en el examen y en qué temas van a caer, o en que no te va a dar tiempo a estudiártelo todo te distrae de ponerte a trabajar AHORA. Otro truco para opositores es priorizar los temas que estás estudiando a la hora de enseñarlos en clase, cosa que en algunas materias como filosofía es muy fácil de hacer.

7. Descansa y haz ejercicio

Siempre hay que encontrar un momento cada día para ti: cuidarse, descansar y hacer ejercicio para aguantar el desgaste mucho mejor, desconectar y recargar las pilas. Descansa cada hora de estudio o trabajo unos 5 minutos, estira las piernas, mira al horizonte, da un paseo, sube y baja escaleras, estírate, haz yoga, escucha música relajante, duerme una pequeña siesta, empieza las clases con meditación o con alguna actividad física que desconecte, termina las clases con un vídeo o elemento sugerente... en una palabra: ¡Cuídate!

Y así es cómo, en el día a día, aprendiendo de los errores y echando mano de la creatividad y la reflexión, así como de la experiencia, poco a poco iba consiguiendo más tiempo para mi, para estudiar las oposiciones, dar paseos y aprender cosas nuevas, como a rapear, a hacer rápidamente el cubo de Rubik, patinar en mi longboard, devorar libros y diseñar la web en las que escribir este blog. Y todo con mucho entusiasmo, pasión y esfuerzo, pero sobre todo, ¡divirtiéndome enseñando!

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¡Muchas gracias y hasta la semana que viene!

Un abrazo

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