Siempre me ha sorprendido la capacidad humana para subir de nivel o plano: pensamos sobre el pensamiento, razonamos sobre la razón, argumentamos sobre argumentos, utilizamos el lenguaje para hablar del lenguaje... Pero, ¿puede la emoción sentirse desde la emoción? La inteligencia emocional explora esta posibilidad. Al tomar conciencia de una emoción puede atenuarse y controlarse, entablando un puente que te distancia de ella y te permite gestionarla...   

Actualmente nuevos descubrimientos arrojan luz sobre la vieja y recurrente controversia filosófica entre 

razón y emoción:

 Desde la inteligencia emocional de Goleman, hasta la teoría de inteligencias múltiples de Gardner, cada vez se hace patente que la dimensión emocional tiene un papel fundamental en nuestra identidad, en nuestra vida y que las decisiones no dependen tanto de un cálculo racional como de factores inconscientes y emotivos.

De ahí la necesidad de pensar con el corazón, de armonizar Apolo y Dionisos, de cultivar una razón vital, de reivindicar un emotivismo de los valores y proporcionar las claves para educar las emociones, porque, desde mi experiencia propia, siempre se enseña desde la emoción, para bien y para mal, y el manejo de ésta se torna una compentencia fundamental en la profesión docente y en la vida en su conjunto.

¿Quieres aprender a manejar tus emociones en el aula? ¿Deseas controlar la ira, el desánimo, la tristeza y la desmotivación tan común en nuestro trabajo?

 ¿Quieres enseñar a tus alumnos a manejar las emociones y conseguir mejores resultados, contribuyendo a un mayor autocontrol, a su autorrealización y madurez?

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